Cooperativa Árbore Veinte fue el número de personas que iniciaron el proyecto Árbore que ahora mismo aglutina a 330 unidades de consumo. Esas veinte personas pretendían consumir de otra forma, hacer del consumo necesario para la vida un acto político en la cotidianidad.
Así es como nace la primera Cooperativa
de consumo consciente de Galicia (que no el primer grupo de consumo),
con sede en la ciudad de Vigo. Los primeros pasos se dieron en el año
2000 consiguiendo un local, en el que todavía transita la cooperativa,
que sirvió para recepcionar los productos. Las diferencias entre estos
productos y los que se podían encontrar en otros comercios eran varias:
se producían de forma ecológica, respetaban los derechos de los animales
y se buscaban proyectos cercanos. A través de estos productos se
buscaba establecer relaciones entre las personas y los proyectos
productivos. Todas estas características siguen vigentes casi 13 años
después.
Cooperativa como fórmula jurídica: ventajas e inconvenientes Si hay algo que nos diferencie de otros proyectos de consumo consciente es el hecho de estar constituidas como cooperativa. La elección de esta fórmula jurídica no es algo ajeno al funcionamiento cotidiano sino que afecta a diferentes niveles, estructurales y organizativos.
Estar constituidas como cooperativa nos permite relacionarnos con otras entidades de igual fórmula jurídica en todo el territorio gallego. Específicamente participamos activamente de la Federación de Cooperativas Sinerxia, que tiene como objetivo principal difundir el cooperativismo como fórmula de trabajo colaborativo. Esta estructura formal también nos permite servir de punto de apoyo a otros colectivos “informales” que se pueden beneficiar del trabajo de Árbore. El ejemplo más habitual es la facilitación de pedidos para grupos pequeños, a los que les cuesta más alcanzar determinados pedidos mínimos a proveedores (con el fin de reducir costes de transporte normalmente).
Por otro lado organizarnos en base a un estilo más formal, ayuda a dar consistencia a lo que consideramos uno de los puntos fuertes de Árbore, la heterogeneidad de sus socias. Las personas que participamos de la cooperativa venimos de experiencias políticas y vitales diferentes y aunque todas las socias asumamos los principios generales, esto no quiere decir que estemos de acuerdo en todos los planteamientos ni que participemos de la misma forma. Tener una estructura formal permite que tanto personas muy politizadas como sin participación política alguna sientan que pueden formar parte del proyecto a diferentes niveles.
Pero este último punto supone a la vez una dificultad participativa. La Ley de Cooperativas exige la creación de una estructura rígida y quizás excesivamente jerárquica que no permite tanta permeabilidad en la participación, como puede pasar en pequeños grupos de consumo. Intentamos salirnos de esta fórmula más clásica (consejo rector, trabajadoras, asamblea…) a través de la creación de comisiones de trabajo que permiten implicarse en temas que manejan objetivos concretos y consiguen resultados tangibles.
Por último es importante tener en cuenta que proyectos como la certificación participativa requieren de un mayor esfuerzo al estar sujetas a una figura jurídica que si lo hiciéramos desde una plataforma informal. Estar “dentro del sistema” supone estar limitadas en las relaciones con productoras en ecológico pero sin sello.
Participación Aunque comenzó siendo un proyecto en el que se colaboraba entre todas las personas socias, pronto se vio necesario que algunas de ellas dedicaran parte importante de su tiempo a hacerlo funcionar. Realizar pedidos, recibirlos, estudiar nuevos productos y atender la tienda es un trabajo que requiere de tiempo y conocimientos. Es por todo esto que en estos momentos hay tres personas trabajando en y para la cooperativa, acompañadas en todo momento por el resto de socias que participamos en las decisiones y en el trabajo político-social.
Cada vez más gente pensamos que el control de nuestra soberanía sólo es posible en el ámbito local y en grupos autogestionados, que posibilitan la participación directa y horizontal. Un poco más un poco menos, aquí todas nos sentimos activistas anticonsumo con una necesidad de reacción y de contestación al sistema, por eso la participación es uno de los ejes fundamentales en el funcionamiento de la cooperativa.
En Árbore la participación comienza en la “Asamblea Xeral”, máximo órgano de decisión. Se realizan dos reuniones al año, y si el tiempo lo permite se llevan a cabo al aire libre, junto a un molino de río rodeado de árboles (las discusiones son más llevaderas cuando se respira aire fresco), y con comida comunitaria dando a la asamblea un cariz lúdico festivo. Es la asamblea la que decide y aprueba las líneas de actuación de la cooperativa, y también la que elige a las personas que formarán parte del “Consello reitor”, encargado del seguimiento y la gestión de la cooperativa. En sus más de diez años de vida, Árbore ha ido reciclando su Consello reitor, reinjertándose para dar nuevos frutos.
La complejidad del “enramado” ha derivado en la creación de las diversas comisiones (seis en total, algunas permanentes y otras temporales), que se encargan de temas concretos. Todas ellas están abiertas a propuestas de las personas socias según motivaciones y capacidad participativa. Afortunadamente, y gracias a su experiencia e implicación, las trabajadoras de Árbore colaboran en la gestión de la cooperativa participando en el Consello Reitor, coordinando las diferentes comisiones y la información que llega diariamente a la cooperativa.
De todo ello resulta un modelo de gestión transparente y horizontal, fomentando los principios de cooperación y apoyo mutuo tanto hacia dentro como hacia afuera. Se trata de crear o recuperar espacios de autonomía capaces de crecer o replicarse, y de interactuar en redes cada vez más complejas. De hecho, Árbore participa en numerosos eventos locales como ferias de productos ecológicos, charlas y talleres y diversas convocatorias del mercado y la economía social, publicitándolas y asistiendo a título individual de las socias o representando a la cooperativa. La tienda
La actividad diaria de la cooperativa se desarrolla en torno a la tienda de la cooperativa. Desde siempre se han intentado ofrecer productos frescos y locales de procedencia ecológica, graneles y muchos productos envasados que intentan cubrir, dentro de nuestras limitaciones, tanto la alimentación como la higiene personal y limpieza, en base a los criterios de compra que manejamos.
Estos criterios intentan incluir cuestiones de salud y dignidad para las personas y los animales y por supuesto para el medio que nos acoge, y se despliegan en la valoración de criterios sociales, ambientales y de calidad de los productos que se venden. No estamos sin embargo libres de conflictos éticos, prácticos y comerciales, y por tanto de una periódica revisión de los distintos criterios que se pueden aplicar, intentando siempre mejorar estos aspectos.
La información que se ofrece en la tienda, incluye una pequeña biblioteca y diversas publicaciones sobre Consumo Responsable, Comercio Justo y Agroecología, y también varias publicaciones editadas en colaboración con otras cooperativas y grupos de consumo que abordan temas de comercio justo, cooperativismo… . Además, las trabajadoras de la cooperativa intentan transmitir la información que poseen por el papel que desempeñan y su experiencia
La cooperativa aplica descuentos para las socias sobre todos los productos ofertados desde el inicio de la misma, si bien en los últimos años se está comenzando un trabajo de discriminación de margenes y descuentos para las distintas categorías de productos y para alguno de ellos en particular. La intención es clara y está en la práctica habitual de otras cooperativas y grupos de consumo, favorecer intencionadamente el consumo de productos que reunen:
- Ventajas desde el punto de vista del consumo responsable y la soberanía alimentaria. Así podríamos destacar la cercanía, la biodiversidad de cultivos, criterios sociales, condiciones de envasado y transporte, etc.
- Valor nutricional. Se aumentan los descuentos de productos frescos, cereales, legumbres a granel y otros productos que se consideran importantes en la alimentación de las personas. Esta idea salió de la discusión de cómo facilitar el consumo de productos ecológicos a personas con menos recursos económicos y esta era la alternativa que nos exigía menos fiscalización y que creemos más operativa.
- Apoyo a proyectos de producción cercanos, reduciendo los margenes con los que la cooperativa trabaja y nuestro peso como intermediarias. Redes
En la última década se iniciaron proyectos similares en diferentes lugares de Galicia, uniéndose a ellos en los últimos años un gran número de gruposIMG_1000 de consumo. Aunque exista disparidad en la fórmula jurídica entre los distintos proyectos y por tanto el funcionamiento y la organización sean diferentes, las bases fundamentales son las mismas para todas: construir modelos de relación a través del consumo. Por eso también nos relacionamos entre los diferentes proyectos, a veces de forma particular, como entre el grupo de consumo de Moaña y Árbore, y otras veces de forma amplia, como en la Rede de Galega de Consumo Consciente1.
Pero entendemos que no solo de consumo vivimos las personas y que en el
proceso de ir construyendo espacios de respeto y buen hacer alejados del
funcionamiento capitalista, debemos tejer red con otras iniciativas.
Concretamente desde Árbore tenemos especial relación con proyectos de la
economía social, quizás debido al hecho de ser una cooperativa, con lo
que esta figura implica. Somos socias fundadoras de la sección
territorial de Coop57, participamos en el grupo local de Fiare y somos
socias de O Peto, entidad dedicada a la financiación de proyectos
sociales. Creemos que la economía social no solo son diferentes formas
de comprar y de vender sino que también importa donde colocas el dinero
que se mueve en el proceso. En la Asamblea de la cooperativa de
Diciembre de 2012, se aprobaron una serie de líneas de colaboración
(Convenios) que pretenden establecerse con otros colectivos, lazos que
faciliten el conocimiento mutuo, y cuando sea posible, la colaboración.
Ya viene de atrás nuestra relación con proyectos como Asociación
Caleidoskopio, Raíña Verde, Mundos, Ecoenvío y Nornas, entre otros.
Además de esto, intentamos conocer los nuevos proyectos que se plantean dentro de lo agroecológico y en la medida de lo posible ofrecerles nuestra colaboración desde nuestra experiencia.
Por otra parte, toda la información que se mueve en Árbore a través de ordenadores pasa por herramientas de software libre, un modelo que consideramos imprescindible si lo que buscamos son formas de trabajo colaborativo y que a la vez escapa de las manos de las multinacionales, estructuras capitalistas de las que huimos. En este caso trabajamos mano a mano desde hace años con el colectivo Promathea dedicado a la implantación de software libre y que ahora mismo está desarrollando un programa de gestión ERP.
El enfoque urbano de la soberanía alimentaria Volver la mirada hacia lo rural se hace más que aconsejable, y no precisamente para hacer turismo. De forma gradual estamos viendo atisbos de recuperación del ambiente rural: rehabilitación de pueblos abandonados, ecoaldeas… a pesar de las escasas facilidades que desde la administración se proporcionan. No es casual que un número importante de socias de la cooperativa cultivemos un huerto periurbano.
Árbore trabaja para ser ese punto de retorno y conexión hacia y con el rural y abrir una puerta a la soberanía alimentaria en la ciudad. Somos conscientes de que vivimos en un medio que produce escasos bienes materiales sostenibles y que consume la mayor parte de los recursos vitales (agua, alimentos, energía), generando gran cantidad de residuos. Gracias a la cooperativa todas hemos ido aprendiendo y evolucionando (y seguimos haciéndolo) hacia un modelo de consumo más responsable.
No se trata solo de comprar cosas “verdes”, en la simplificación que las certificaciones provocan a veces en el mercado, sino de analizar cada producto que consumimos y calcular aunque sea mínimamente su impacto, su “huella”. Por ello damos cada vez más valor a lo que se produce en cercanía, comerciando con precios equitativos para las personas productoras, consumidoras y trabajadoras de la cooperativa, y aplicando criterios éticos a los márgenes de ganancia en los diferentes productos que se encuentran en la tienda.
En general no es fácil para mucha gente, acostumbrada a las políticas de bajos precios de las grandes superficies, aceptar precios más “justos”, pero lo cierto es que el número de socias sigue aumentando, lo que demuestra que la gente es cada vez más sensible a estas cuestiones.
El dilema de la certificación ecológica La principal actividad que Árbore viene realizando desde el año 2001 es la venta de productos ecológicos, pero como hemos contado, no del mismo modo que lo están haciendo otros canales de venta como las grandes superficies o los supermercados ecológicos de reciente aparición. La fuerza con la que dichos canales están entrando en el sector, nos pone en la disyuntiva de tener que competir con ellos o replantearnos aún más la esencia de lo que son en realidad los productos ecológicos.
A nuestro parecer, la normativa europea por la que se rige la producción, distribución y venta de productos ecológicos se ha redactado de un modo bastante miope, favoreciendo a las grandes empresas del sector alimentario y castigando, incluso excluyendo, a los pequeños productores, que no pueden o no quieren asumir los costes de certificación, y que sin embargo son los principales actores en términos de soberanía alimentaria. No es que neguemos el valor que tiene el sello oficial en cuanto a protección y ampliación del espacio comercial de los productos ecológicos, pero deberíamos preguntamos si una zanahoria cultivada en régimen de explotación de monocultivo y que viaja más de mil kilómetros hasta nuestro plato es realmente un producto ecológico y puede ser certificado como tal.
Recientemente hemos puesto en marcha una comisión de garantía, con la idea de estudiar a fondo estas cuestiones. La oferta de productos frescos locales está creciendo progresivamente tanto en número de productoras como en variedad de productos, en muchos casos no certificados pero siguiendo patrones de cultivo agroecológicos.
Una de las mayores aspiraciones de la comisión de garantía es poner en marcha un sistema participativo de garantía (SPG) que permita asociar directamente a productoras y consumidoras con el fin de poder certificarse a sí mismas sin necesidad de terceras partes, y siguiendo criterios basados en la confianza mutua. Estamos viendo que en diversos países de Latinoamérica y también en Andalucía y Levante, los SPG están siendo muy efectivos como defensa y control de la soberanía alimentaria a nivel local, además de favorecer procesos de transición agroecológicos, alimentarios y sociolaborales, es un proyecto que necesitará de tiempo y dedicación pero que se ha iniciado. La utopía, como dice Galeano, sirve para seguir caminando.
1 A Rede Galega de Consumo Responsable está formada por distintas Cooperativas y Grupos de Consumo, no tiene página web propia pero se pueden conocer a algunos de los integrantes en nuestra web www.arbore.org/enlaces/na/galiza
NOTA: Este texto está redactado íntegramente en femenino con el objetivo de incluír a todas l(as) person(as) que conformamos el proyecto, tanto hombres como mujeres. Utilizando el femenino no solo nos referimos a l(as) person(as), sino que ponemos énfasis en la presencia de las mujeres, que en un mundo sometido al funcionamiento patriarcal se encuentran invisibilizadas en los proyectos y en el lenguaje.
Ecoportal.net
Soberanía Alimentaria, Biodiversidad y Culturas http://www.soberaniaalimentaria.info/
Cooperativa como fórmula jurídica: ventajas e inconvenientes Si hay algo que nos diferencie de otros proyectos de consumo consciente es el hecho de estar constituidas como cooperativa. La elección de esta fórmula jurídica no es algo ajeno al funcionamiento cotidiano sino que afecta a diferentes niveles, estructurales y organizativos.
Estar constituidas como cooperativa nos permite relacionarnos con otras entidades de igual fórmula jurídica en todo el territorio gallego. Específicamente participamos activamente de la Federación de Cooperativas Sinerxia, que tiene como objetivo principal difundir el cooperativismo como fórmula de trabajo colaborativo. Esta estructura formal también nos permite servir de punto de apoyo a otros colectivos “informales” que se pueden beneficiar del trabajo de Árbore. El ejemplo más habitual es la facilitación de pedidos para grupos pequeños, a los que les cuesta más alcanzar determinados pedidos mínimos a proveedores (con el fin de reducir costes de transporte normalmente).
Por otro lado organizarnos en base a un estilo más formal, ayuda a dar consistencia a lo que consideramos uno de los puntos fuertes de Árbore, la heterogeneidad de sus socias. Las personas que participamos de la cooperativa venimos de experiencias políticas y vitales diferentes y aunque todas las socias asumamos los principios generales, esto no quiere decir que estemos de acuerdo en todos los planteamientos ni que participemos de la misma forma. Tener una estructura formal permite que tanto personas muy politizadas como sin participación política alguna sientan que pueden formar parte del proyecto a diferentes niveles.
Pero este último punto supone a la vez una dificultad participativa. La Ley de Cooperativas exige la creación de una estructura rígida y quizás excesivamente jerárquica que no permite tanta permeabilidad en la participación, como puede pasar en pequeños grupos de consumo. Intentamos salirnos de esta fórmula más clásica (consejo rector, trabajadoras, asamblea…) a través de la creación de comisiones de trabajo que permiten implicarse en temas que manejan objetivos concretos y consiguen resultados tangibles.
Por último es importante tener en cuenta que proyectos como la certificación participativa requieren de un mayor esfuerzo al estar sujetas a una figura jurídica que si lo hiciéramos desde una plataforma informal. Estar “dentro del sistema” supone estar limitadas en las relaciones con productoras en ecológico pero sin sello.
Participación Aunque comenzó siendo un proyecto en el que se colaboraba entre todas las personas socias, pronto se vio necesario que algunas de ellas dedicaran parte importante de su tiempo a hacerlo funcionar. Realizar pedidos, recibirlos, estudiar nuevos productos y atender la tienda es un trabajo que requiere de tiempo y conocimientos. Es por todo esto que en estos momentos hay tres personas trabajando en y para la cooperativa, acompañadas en todo momento por el resto de socias que participamos en las decisiones y en el trabajo político-social.
Cada vez más gente pensamos que el control de nuestra soberanía sólo es posible en el ámbito local y en grupos autogestionados, que posibilitan la participación directa y horizontal. Un poco más un poco menos, aquí todas nos sentimos activistas anticonsumo con una necesidad de reacción y de contestación al sistema, por eso la participación es uno de los ejes fundamentales en el funcionamiento de la cooperativa.
En Árbore la participación comienza en la “Asamblea Xeral”, máximo órgano de decisión. Se realizan dos reuniones al año, y si el tiempo lo permite se llevan a cabo al aire libre, junto a un molino de río rodeado de árboles (las discusiones son más llevaderas cuando se respira aire fresco), y con comida comunitaria dando a la asamblea un cariz lúdico festivo. Es la asamblea la que decide y aprueba las líneas de actuación de la cooperativa, y también la que elige a las personas que formarán parte del “Consello reitor”, encargado del seguimiento y la gestión de la cooperativa. En sus más de diez años de vida, Árbore ha ido reciclando su Consello reitor, reinjertándose para dar nuevos frutos.
La complejidad del “enramado” ha derivado en la creación de las diversas comisiones (seis en total, algunas permanentes y otras temporales), que se encargan de temas concretos. Todas ellas están abiertas a propuestas de las personas socias según motivaciones y capacidad participativa. Afortunadamente, y gracias a su experiencia e implicación, las trabajadoras de Árbore colaboran en la gestión de la cooperativa participando en el Consello Reitor, coordinando las diferentes comisiones y la información que llega diariamente a la cooperativa.
De todo ello resulta un modelo de gestión transparente y horizontal, fomentando los principios de cooperación y apoyo mutuo tanto hacia dentro como hacia afuera. Se trata de crear o recuperar espacios de autonomía capaces de crecer o replicarse, y de interactuar en redes cada vez más complejas. De hecho, Árbore participa en numerosos eventos locales como ferias de productos ecológicos, charlas y talleres y diversas convocatorias del mercado y la economía social, publicitándolas y asistiendo a título individual de las socias o representando a la cooperativa. La tienda
La actividad diaria de la cooperativa se desarrolla en torno a la tienda de la cooperativa. Desde siempre se han intentado ofrecer productos frescos y locales de procedencia ecológica, graneles y muchos productos envasados que intentan cubrir, dentro de nuestras limitaciones, tanto la alimentación como la higiene personal y limpieza, en base a los criterios de compra que manejamos.
Estos criterios intentan incluir cuestiones de salud y dignidad para las personas y los animales y por supuesto para el medio que nos acoge, y se despliegan en la valoración de criterios sociales, ambientales y de calidad de los productos que se venden. No estamos sin embargo libres de conflictos éticos, prácticos y comerciales, y por tanto de una periódica revisión de los distintos criterios que se pueden aplicar, intentando siempre mejorar estos aspectos.
La información que se ofrece en la tienda, incluye una pequeña biblioteca y diversas publicaciones sobre Consumo Responsable, Comercio Justo y Agroecología, y también varias publicaciones editadas en colaboración con otras cooperativas y grupos de consumo que abordan temas de comercio justo, cooperativismo… . Además, las trabajadoras de la cooperativa intentan transmitir la información que poseen por el papel que desempeñan y su experiencia
La cooperativa aplica descuentos para las socias sobre todos los productos ofertados desde el inicio de la misma, si bien en los últimos años se está comenzando un trabajo de discriminación de margenes y descuentos para las distintas categorías de productos y para alguno de ellos en particular. La intención es clara y está en la práctica habitual de otras cooperativas y grupos de consumo, favorecer intencionadamente el consumo de productos que reunen:
- Ventajas desde el punto de vista del consumo responsable y la soberanía alimentaria. Así podríamos destacar la cercanía, la biodiversidad de cultivos, criterios sociales, condiciones de envasado y transporte, etc.
- Valor nutricional. Se aumentan los descuentos de productos frescos, cereales, legumbres a granel y otros productos que se consideran importantes en la alimentación de las personas. Esta idea salió de la discusión de cómo facilitar el consumo de productos ecológicos a personas con menos recursos económicos y esta era la alternativa que nos exigía menos fiscalización y que creemos más operativa.
- Apoyo a proyectos de producción cercanos, reduciendo los margenes con los que la cooperativa trabaja y nuestro peso como intermediarias. Redes
En la última década se iniciaron proyectos similares en diferentes lugares de Galicia, uniéndose a ellos en los últimos años un gran número de gruposIMG_1000 de consumo. Aunque exista disparidad en la fórmula jurídica entre los distintos proyectos y por tanto el funcionamiento y la organización sean diferentes, las bases fundamentales son las mismas para todas: construir modelos de relación a través del consumo. Por eso también nos relacionamos entre los diferentes proyectos, a veces de forma particular, como entre el grupo de consumo de Moaña y Árbore, y otras veces de forma amplia, como en la Rede de Galega de Consumo Consciente1.
Además de esto, intentamos conocer los nuevos proyectos que se plantean dentro de lo agroecológico y en la medida de lo posible ofrecerles nuestra colaboración desde nuestra experiencia.
Por otra parte, toda la información que se mueve en Árbore a través de ordenadores pasa por herramientas de software libre, un modelo que consideramos imprescindible si lo que buscamos son formas de trabajo colaborativo y que a la vez escapa de las manos de las multinacionales, estructuras capitalistas de las que huimos. En este caso trabajamos mano a mano desde hace años con el colectivo Promathea dedicado a la implantación de software libre y que ahora mismo está desarrollando un programa de gestión ERP.
El enfoque urbano de la soberanía alimentaria Volver la mirada hacia lo rural se hace más que aconsejable, y no precisamente para hacer turismo. De forma gradual estamos viendo atisbos de recuperación del ambiente rural: rehabilitación de pueblos abandonados, ecoaldeas… a pesar de las escasas facilidades que desde la administración se proporcionan. No es casual que un número importante de socias de la cooperativa cultivemos un huerto periurbano.
Árbore trabaja para ser ese punto de retorno y conexión hacia y con el rural y abrir una puerta a la soberanía alimentaria en la ciudad. Somos conscientes de que vivimos en un medio que produce escasos bienes materiales sostenibles y que consume la mayor parte de los recursos vitales (agua, alimentos, energía), generando gran cantidad de residuos. Gracias a la cooperativa todas hemos ido aprendiendo y evolucionando (y seguimos haciéndolo) hacia un modelo de consumo más responsable.
No se trata solo de comprar cosas “verdes”, en la simplificación que las certificaciones provocan a veces en el mercado, sino de analizar cada producto que consumimos y calcular aunque sea mínimamente su impacto, su “huella”. Por ello damos cada vez más valor a lo que se produce en cercanía, comerciando con precios equitativos para las personas productoras, consumidoras y trabajadoras de la cooperativa, y aplicando criterios éticos a los márgenes de ganancia en los diferentes productos que se encuentran en la tienda.
En general no es fácil para mucha gente, acostumbrada a las políticas de bajos precios de las grandes superficies, aceptar precios más “justos”, pero lo cierto es que el número de socias sigue aumentando, lo que demuestra que la gente es cada vez más sensible a estas cuestiones.
El dilema de la certificación ecológica La principal actividad que Árbore viene realizando desde el año 2001 es la venta de productos ecológicos, pero como hemos contado, no del mismo modo que lo están haciendo otros canales de venta como las grandes superficies o los supermercados ecológicos de reciente aparición. La fuerza con la que dichos canales están entrando en el sector, nos pone en la disyuntiva de tener que competir con ellos o replantearnos aún más la esencia de lo que son en realidad los productos ecológicos.
A nuestro parecer, la normativa europea por la que se rige la producción, distribución y venta de productos ecológicos se ha redactado de un modo bastante miope, favoreciendo a las grandes empresas del sector alimentario y castigando, incluso excluyendo, a los pequeños productores, que no pueden o no quieren asumir los costes de certificación, y que sin embargo son los principales actores en términos de soberanía alimentaria. No es que neguemos el valor que tiene el sello oficial en cuanto a protección y ampliación del espacio comercial de los productos ecológicos, pero deberíamos preguntamos si una zanahoria cultivada en régimen de explotación de monocultivo y que viaja más de mil kilómetros hasta nuestro plato es realmente un producto ecológico y puede ser certificado como tal.
Recientemente hemos puesto en marcha una comisión de garantía, con la idea de estudiar a fondo estas cuestiones. La oferta de productos frescos locales está creciendo progresivamente tanto en número de productoras como en variedad de productos, en muchos casos no certificados pero siguiendo patrones de cultivo agroecológicos.
Una de las mayores aspiraciones de la comisión de garantía es poner en marcha un sistema participativo de garantía (SPG) que permita asociar directamente a productoras y consumidoras con el fin de poder certificarse a sí mismas sin necesidad de terceras partes, y siguiendo criterios basados en la confianza mutua. Estamos viendo que en diversos países de Latinoamérica y también en Andalucía y Levante, los SPG están siendo muy efectivos como defensa y control de la soberanía alimentaria a nivel local, además de favorecer procesos de transición agroecológicos, alimentarios y sociolaborales, es un proyecto que necesitará de tiempo y dedicación pero que se ha iniciado. La utopía, como dice Galeano, sirve para seguir caminando.
1 A Rede Galega de Consumo Responsable está formada por distintas Cooperativas y Grupos de Consumo, no tiene página web propia pero se pueden conocer a algunos de los integrantes en nuestra web www.arbore.org/enlaces/na/galiza
NOTA: Este texto está redactado íntegramente en femenino con el objetivo de incluír a todas l(as) person(as) que conformamos el proyecto, tanto hombres como mujeres. Utilizando el femenino no solo nos referimos a l(as) person(as), sino que ponemos énfasis en la presencia de las mujeres, que en un mundo sometido al funcionamiento patriarcal se encuentran invisibilizadas en los proyectos y en el lenguaje.
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